El periodo de uso de las mascarillas higiénicas desechables es muy corto, alrededor de cuatro horas. Esto se debe a que, al llevarlas puestas, la respiración y el sudor hacen que se vayan humedeciendo y esto altera los materiales, motivo por el cual tampoco pueden lavarse.
Las mascarillas se han convertido en un complemento más de nuestro día a día y son clave para frenar los contagios. Pero debido al poco tiempo que podemos usarlas, la gran cantidad de mascarillas que se desechan a diario, podrían convertirse en un problema para el medio ambiente si no nos deshacemos de las mascarillas de la forma correcta. Una mascarilla quirúrgica puede tardar hasta 400 años en degradarse, según Worl Wildlife Fund (WWF).
¿En qué contenedor tenemos que tirar las mascarillas?
¿En qué contenedor tenemos que tirar las mascarillas?
La mascarilla no debe reciclarse como tal, es decir, no hay que tirar las mascarillas en contenedores para envases, latas, etc. Pero tampoco junto a restos orgánicos. Entonces, ¿cuál es la forma correcta de deshacerse de las mascarillas? Deben tirarse junto a la basura doméstica general.
Iniciativas para frenar el impacto medioambiental de las mascarillas
Afortunadamente, cada vez más personas se decantan por las mascarillas reutilizables y, además, empiezan a nacer algunas iniciativas para frenar el impacto medioambiental de las mascarillas.
Chile:
En la Región del Biobío (Chile), ante la creciente preocupación por el gran volumen de mascarillas que se desechan y, en el mejor de los casos, acaban en un vertedero, varias empresas y asociaciones han desarrollado un proyecto que busca recolectar las mascarillas desechadas para darles una nueva vida útil. Las empresas pesqueras asociadas a la Asociación de Industriales Pesqueros, aportarán la “materia prima” del proyecto: sus trabajadores utilizan más de 20 mil mascarillas desechables a la semana.
Para llevar a cabo esta iniciativa, en la que esperan se sumen más empresas, han colocado en diferentes instalaciones contenedores donde desechar las mascarillas.
Las mascarillas contienen diminutas fibras de polipropileno, un material que no se degrada y que termina acumulándose en medios marinos y terrestres. Tras su recolección, las mascarillas son derivadas a la Unidad de Desarrollo Tecnológico (UDT) para eliminar cualquier patógeno y una vez el material está desinfectado, los investigadores determinan qué tipo de reciclaje es el más adecuado.
Algunas alternativas son: fundir las mascarillas y transformarlas en pellets que puedan utilizarse nuevamente en cantidad de productos plásticos o reciclarlas químicamente a través de un proceso de pirolisis (una degradación térmica con la que se obtienen ceras y combustibles).
Francia:
Plaxtil, una joven empresa francesa recicla buena parte de las mascarillas desechables. Los artículos pasan la correspondiente cuarentena, se cortan, se trituran y se desinfectan con luz ultravioleta. Luego, se mezclan con un material que hará de aglutinante y permitirá diseñar objetos útiles hechos de plástico ecológico: viseras, sujeciones para evitar que caigan sobre las orejas, manillas para puertas…
Esta empresa se negó a que las mascarillas pudieran terminar tiradas en la naturaleza o a quemarlas y comenzó a pensar una forma en la que realmente pudieran reciclarlas y darles una segunda vida.
Parece que las mascarillas van a quedarse mucho con nosotros y si sumamos el tiempo que las llevamos utilizando con el que las vamos a tener que emplear, podemos hacernos una idea del volumen de mascarillas que se desechan. Por ello, parece lógico que vayan surgiendo iniciativas como las descritas anteriormente, que arrojan un rayo de luz ante este nuevo problema ambiental.