Sudar mucho al dormir: ¿por qué me pasa y cómo lo soluciono?

Despertar en mitad de la noche con la ropa empapada, la almohada húmeda y el colchón caliente es una experiencia frustrante. No solo arruina el descanso, sino que también afecta al ánimo, la concentración y el rendimiento al día siguiente.

Dormir debería ser ese momento del día en el que el cuerpo se regenera y recupera, pero cuando la sudoración interfiere, es señal de que algo no está funcionando bien. Afortunadamente, en la mayoría de los casos tiene solución. Vamos a contarte todo lo que necesitas saber sobre el sudor nocturno: desde sus posibles causas hasta cómo prevenirlo con hábitos saludables y productos específicos para mantener el cuerpo fresco durante toda la noche.

Conocer por qué sudamos por la noche es el primer paso para solucionarlo. La sudoración nocturna puede aparecer de forma ocasional (tras una cena copiosa o una noche calurosa), puntual (como respuesta a una situación emocional concreta), o convertirse en algo habitual y molesto.

A continuación te explicamos las causas más comunes de este problema, desde las más simples hasta las que requieren atención médica.

Causas más frecuentes de sudar mucho al dormir

Conocer por qué sudamos por la noche es el primer paso para solucionarlo. La sudoración nocturna puede aparecer de forma ocasional (tras una cena copiosa o una noche calurosa), puntual (como respuesta a una situación emocional concreta), o convertirse en algo habitual y molesto.

A continuación te explicamos las causas más comunes de este problema, desde las más simples hasta las que requieren atención médica.

1. Temperatura y humedad del dormitorio

Una de las razones más frecuentes, y por suerte más fáciles de corregir. Dormir en un espacio mal ventilado, con exceso de calor ambiental o con una alta humedad relativa, provoca que el cuerpo se vea obligado a regular su temperatura mediante la sudoración.

Esto se potencia si usamos mantas gruesas o edredones de invierno en temporadas más templadas, o si cerramos puertas y ventanas sin permitir que circule el aire.

El cuerpo necesita disipar el calor mientras duerme, y si el entorno no lo permite, lo hace a través del sudor.

¿Sabías que un colchón inadecuado puede elevar hasta en 2-3 grados tu temperatura corporal durante la noche? Esto no solo favorece la sudoración, sino que interrumpe los ciclos de sueño profundo.

2. Colchón poco transpirable

Los colchones juegan un papel más importante de lo que pensamos en la regulación térmica nocturna. Los modelos antiguos, o aquellos de espuma densa sin canales de aireación, pueden retener el calor corporal durante horas, creando una sensación de encierro térmico.

¿Sabías que un colchón inadecuado puede elevar hasta en 2-3 grados tu temperatura corporal durante la noche? Esto no solo favorece la sudoración, sino que interrumpe los ciclos de sueño profundo.

Además, si el colchón no tiene una base ventilada (como somieres de láminas o bases con respiraderos), el calor no se disipa correctamente hacia abajo.

Opta por colchones con núcleo de muelles ensacados, capas transpirables y tejidos termorreguladores, como los que puedes encontrar en nuestra gama Relax. Asegúrate de que la base del colchón también favorezca la ventilación.

3. Ropa de cama y pijamas inapropiados

Puede parecer un detalle menor, pero los tejidos que usamos para vestir la cama y nuestro cuerpo influyen directamente en la cantidad de sudor que generamos.

Los tejidos sintéticos (como el poliéster o las mezclas acrílicas) retienen el calor y no permiten que la humedad se evapore, lo que crea una sensación constante de humedad, pegajosidad y calor. Lo mismo ocurre con colchones o fundas plastificadas que impiden que la piel respire.

Claves a tener en cuenta:

  • Usa ropa de cama de algodón 100%, lino o bambú.
  • Apuesta por tejidos naturales y de trama abierta, que permiten una mejor circulación del aire.
  • Evita los tejidos brillantes, impermeables o con tratamientos antihumedad si no son transpirables.

En nuestra colección de complementos encontrarás protectores de colchón y almohadas con materiales diseñados específicamente para mantener la frescura y evitar el sudor durante toda la noche.

4. Estrés, ansiedad o nerviosismo

Cuando estamos sometidos a estrés físico o mental, nuestro sistema nervioso simpático permanece más activo, incluso durante la noche. Esta «hiperactivación» provoca que sudemos más, especialmente en la zona del pecho, la espalda y las axilas.

Esto ocurre con más frecuencia en personas que:

  • Están atravesando un periodo de alta exigencia o preocupación
  • Tienen ansiedad o insomnio
  • Están bajo presión emocional, incluso sin darse cuenta

Lo más curioso es que el propio mal descanso retroalimenta el estrés. Si te despiertas empapado varias veces por noche, no descansas bien… y eso aumenta la tensión del día siguiente.

Introduce pequeñas rutinas relajantes antes de dormir: una ducha templada, meditación, infusiones suaves o una lectura tranquila. Crea un ambiente de desconexión, libre de pantallas o estímulos. La calma también se entrena.

5. Cambios hormonales

Las alteraciones hormonales afectan directamente al sistema de termorregulación corporal. Un ejemplo muy habitual son los sofocos nocturnos durante la menopausia, pero también pueden aparecer en:

  • Embarazo y posparto
  • Adolescentes con desequilibrios hormonales
  • Personas con hipertiroidismo
  • Situaciones de desajustes endocrinos

Durante estos episodios, los niveles hormonales fluctuantes provocan una percepción alterada del calor, incluso en ambientes templados.

Si notas que esta sudoración nocturna se asocia a cambios hormonales, habla con tu médico o ginecólogo. Hay tratamientos naturales y médicos que pueden ayudar. Y por supuesto, elige colchones, almohadas y ropa de cama que minimicen el impacto del calor.

6. Medicación o patologías

En algunos casos, la sudoración nocturna es consecuencia de ciertos medicamentos. Fármacos como antidepresivos, tratamientos hormonales o analgésicos pueden alterar el equilibrio térmico del cuerpo y provocar sudor durante la noche.

También puede estar relacionada con enfermedades como la apnea del sueño, infecciones, trastornos hormonales o incluso algunos tipos de cáncer. Cuando este sudor aparece con fiebre, fatiga, pérdida de peso o palpitaciones, conviene tomárselo en serio.

Importante: Si la sudoración nocturna es intensa, se acompaña de fiebre, pérdida de peso, fatiga o palpitaciones, es vital consultar con un médico. No lo dejes pasar.

Si el problema es recurrente y no mejora con cambios en el entorno o hábitos, consulta con tu médico. Es la mejor forma de descartar causas médicas importantes y encontrar una solución adecuada.

Cómo evitar sudar al dormir: hábitos que sí funcionan

Aunque algunas causas de la sudoración nocturna escapan a nuestro control, hay muchos hábitos diarios que sí podemos ajustar para dormir más frescos, secos y profundamente. A menudo, pequeños cambios sostenidos tienen un gran impacto en la calidad del sueño. Te contamos cómo.

Ventila bien antes de dormir

Parece obvio, pero muchas personas pasan por alto la importancia de renovar el aire de la habitación antes de acostarse. El aire viciado, cargado de humedad o de calor acumulado durante el día, dificulta la regulación térmica del cuerpo.

Una ventilación cruzada (ventana abierta y puerta entreabierta) es mucho más eficaz que depender exclusivamente del aire acondicionado, que puede resecar el ambiente o provocar cambios térmicos bruscos. Si usas ventilador, procura que el flujo no dé directamente al cuerpo; lo ideal es que mueva el aire general de la estancia.

También puedes ayudarte de un humidificador o purificador de aire con función de ventilación ligera si vives en zonas muy secas o húmedas.

Cambia tus hábitos alimentarios

Lo que comemos —y cuándo lo comemos— influye mucho en cómo duerme nuestro cuerpo. Las cenas muy calóricas, picantes o ricas en grasas elevan la temperatura corporal durante la digestión. Lo mismo ocurre con el alcohol y la cafeína, que estimulan el sistema nervioso.

¿La mejor opción? Cenas ligeras, a base de alimentos frescos y ricos en agua, como sopas frías, ensaladas o pescados suaves con verduras. Y al menos dos horas antes de meterte en la cama, para que el proceso digestivo no interfiera con tu temperatura interna.

Un té de hierbas (como manzanilla o tila) puede ayudar a relajarte y preparar el cuerpo para el descanso.

No te abrigues en exceso

Taparse mucho es casi un reflejo automático, incluso cuando no hace frío. Muchas personas siguen usando edredones nórdicos en primavera o duermen con pijamas gruesos todo el año.

El truco está en vestirse por capas, como cuando salimos a la calle: una sábana de algodón, una manta ligera y una colcha que puedas apartar fácilmente si tienes calor. Así, podrás ajustar la cantidad de abrigo durante la noche sin despertarte empapado.

También conviene adaptar el pijama: opta por tejidos transpirables como el algodón o el bambú, y evita la ropa ajustada que pueda dificultar la evaporación del sudor.

Ducha templada antes de dormir

Una ducha antes de acostarte puede marcar la diferencia. Pero atención: no debe ser ni muy fría ni muy caliente. El agua tibia (unos 34 °C) es ideal para relajar el cuerpo y reducir gradualmente la temperatura interna, preparando el cuerpo para el sueño.

Las duchas frías justo antes de dormir, aunque parecen refrescantes, pueden tener un efecto rebote: el cuerpo interpreta ese frío repentino como una agresión y aumenta la temperatura corporal para compensarlo.

Puedes completar la rutina con una toalla fresca en la nuca o en los pies si el calor es muy intenso.

Practica la relajación

El estrés y la ansiedad estimulan el sistema nervioso, elevando la temperatura corporal y aumentando la producción de sudor, incluso en reposo. Si te cuesta desconectar al final del día, introduce rituales relajantes que marquen la transición entre el día activo y la calma nocturna.

Leer un libro (mejor en papel que en pantalla), practicar la respiración consciente o aplicar unas gotas de aceite esencial de lavanda en la almohada pueden ayudarte a calmar la mente.

También puedes probar con música suave, meditación guiada o ejercicios de estiramiento muy ligeros. No se trata de hacer una rutina complicada, sino de crear un momento personal de desconexión que invite al cuerpo a bajar revoluciones.

Ejercicios de relajación para un sueño reparador

Productos clave para combatir la sudoración nocturna

La elección de los productos con los que duermes puede marcar la diferencia entre una noche fresca o una noche empapada. No se trata solo de cambiar el colchón o quitar una manta: hoy en día existen soluciones específicas, diseñadas con tecnología textil avanzada, para evitar el sobrecalentamiento durante el descanso.

Si sufres sudoración nocturna frecuente, estos son los productos clave que deberías revisar o renovar en tu cama:

Colchones transpirables

El colchón es la base del descanso, y si no ventila bien, puede convertirse en una auténtica fuente de calor acumulado. Muchos colchones tradicionales —sobre todo los de espumación compacta— retienen la temperatura del cuerpo durante horas, sin permitir que se disipe.

En cambio, los colchones modernos, como los de muelles ensacados combinados con viscoelástica de célula abierta, permiten una circulación del aire continua. Esto evita que el calor quede atrapado entre el cuerpo y el colchón.

En Relax, nuestros colchones están diseñados precisamente con este objetivo: ofrecer frescor, transpirabilidad y adaptabilidad al cuerpo. Algunos modelos de colchón incorporan tejidos termorreguladores que se ajustan a la temperatura corporal, evitando los picos de calor que activan la sudoración.

Características que debes buscar en un colchón si sudas mucho al dormir:

  • Núcleos con canales de aireación, que favorecen la ventilación interior.
  • Capas de viscoelástica perforada o de célula abierta, más frescas que las densas.
  • Tejidos hipoalergénicos y con tratamiento antibacteriano, que combaten la humedad.
  • Fibras técnicas como Outlast® o Coolmax®, que regulan activamente la temperatura.

¿Quieres sentir la diferencia? Visita nuestra sección de colchones Relax y encuentra el modelo ideal para un descanso sin calor.

Almohadas frescas

Aunque solemos fijarnos más en el colchón, la almohada también acumula calor, especialmente en la zona de cabeza y cuello, donde la piel es más sensible.

Una almohada que no transpira bien puede hacerte sudar sin que te des cuenta. Si te despiertas con la nuca húmeda o con sensación de calor en la cara, probablemente necesitas una almohada más fresca.

Las almohadas viscoelásticas perforadas o las que incorporan núcleo de gel refrigerante permiten una mayor circulación de aire y mantienen la superficie fresca durante más tiempo.

Además, su diseño ergonómico ayuda a que el cuello se mantenga en una posición cómoda y relajada, favoreciendo un sueño continuo y sin interrupciones.

Fundas y protectores inteligentes

Muchas veces, el colchón puede estar bien diseñado, pero el problema está en el protector. Algunos protectores plastificados, pensados para impermeabilizar, bloquean la ventilación y acaban creando un efecto “plástico” que atrapa el calor y la humedad.

La solución está en los protectores de nueva generación: impermeables pero transpirables, gracias a tejidos técnicos que permiten la circulación del aire sin dejar pasar los líquidos.

Además, puedes encontrar fundas y cubrecolchones con tratamientos termorreguladores que absorben el exceso de calor corporal y lo liberan poco a poco durante la noche, manteniendo la temperatura estable.

Un pequeño cambio como este puede transformar la sensación térmica de tu cama.

Sábanas y edredones adaptados a la estación

Elegir mal la ropa de cama puede anular todos los esfuerzos anteriores. El poliéster o las fibras sintéticas retienen el calor y dificultan la transpiración. En cambio, los tejidos naturales como el algodón percal, el satén de algodón, el lino o el bambú permiten que el aire fluya y el sudor se evapore más fácilmente.

Claves para acertar con la ropa de cama:

  • Utiliza sábanas de trama abierta, que sean ligeras y suaves al tacto.
  • Cambia el relleno nórdico según la estación. En primavera-verano, usa edredones de 100 g o directamente sábanas + colcha ligera.
  • Evita acolchados gruesos fuera del invierno. Si necesitas abrigo, opta por capas finas en lugar de una única manta pesada.

En Relax contamos con complementos de cama que se adaptan a cada estación y tipo de durmiente, con tejidos pensados para mejorar tu confort térmico.

¿Y si nada funciona? Cuándo consultar al médico

Has ventilado la habitación, cambiado tu colchón, ajustado tu rutina nocturna, te duchas con agua templada y duermes con sábanas de algodón. Pero aún así, cada noche te despiertas empapado, incómodo y agotado. En estos casos, es importante mirar más allá de las causas ambientales o del estrés diario.

La sudoración nocturna puede ser el síntoma de una condición médica que necesita atención. No siempre es grave, pero ignorarla tampoco es una buena opción si afecta a tu descanso o se acompaña de otros signos.

Es recomendable consultar a un profesional si:

  • Te despiertas sudando profusamente cada noche sin motivo aparente, incluso en invierno o en un entorno fresco.
  • Notas fiebre recurrente, escalofríos o una pérdida de peso inexplicable.
  • Experimentas palpitaciones, sensación de ansiedad nocturna o cansancio extremo durante el día.
  • Estás tomando algún tratamiento farmacológico y percibes que la sudoración ha aumentado desde que lo empezaste.
    O simplemente, si sientes que no estás descansando bien por culpa del sudor, y esto interfiere en tu rutina diaria.

A veces, el cuerpo lanza señales silenciosas a través de molestias que pasamos por alto. La sudoración nocturna puede estar relacionada con problemas hormonales, metabólicos, infecciosos o incluso con trastornos del sueño como la apnea.

Una consulta médica a tiempo permite descartar complicaciones mayores y, sobre todo, encontrar soluciones adaptadas a tu caso personal.

Recuerda: dormir bien no es un lujo, es una necesidad. Y si algo impide que lo consigas, merece toda tu atención.

Dormir sin sudar: soluciones que mejoran tu vida diaria

La sudoración nocturna no es un problema sin solución. Con los hábitos adecuados, los productos específicos y, si es necesario, la ayuda médica, puedes recuperar noches tranquilas, frescas y de calidad.

A veces basta con cambiar un colchón, ventilar mejor o elegir una almohada adecuada para transformar por completo tu experiencia de descanso. En Relax te acompañamos en ese proceso con tecnología, confort y atención personalizada.

Tu descanso es salud. Tu cama, tu refugio. Y cada noche, una oportunidad para sentirte mejor.

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